El mayorazgo de Labraz a pesar de estar escrita a la manera de los folletines decimononicos, con su estética y recursos estelísticos, no es una novela decimónonica al uso, es una defensa de la modernidad. No se trata de una novela menor, fácil y manida, con lugares comunes y tópicos, como las novelas folletinescas con finales tremebundos, sino que rompe la normas de este género hasta subvertirlo . Por ejemplo, no existe un final acomodado y con moralina en que los malos son castigados y triunfa el bien. Aquí las fechorías salen impunes y el héroe es castigado injustamente aunque se libra finalmente de una manera un tanto increíble.
Uno de los personajes principales no es ni seminarista, ni militar ni ninguno de los oficios destinados a lo héroes, es un boticario, con ideas liberales, científicas y modernas. Estas ideas se ven a lo largo de la novela, en la que se discuten continuamente ideas a favor del progreso, ideas socialistas, modernas, liberales, frente a las ideas religiosas, conservadoras, Un preludio del conflicto posterior .
Labraz se constituye para Baroja como una metáfora del País, de España, atrasada, acosada por la moral pusilánime que asfisia a su pueblo, a diferencia de sus vecinos que han optado por una vida al amparo del progreso, apuntándose al ferrocarril o la luz eléctrica. Baroja deja patente en esta libro sus ideas liberales y anticlericales
