Historias Galantes reúne cuatro ejemplos de novelas harto representativas del género, y de épocas distitnas:
El Satiricón / Cayo Petronio – El Heptamerón / Margarita de Navarra – Las damas galantes / Bratôme – Las relaciones peligrosas / Chordelos de Laclos.
La literatura galante no es una literatura de ficción, sino una literatura de testimonio, pero sin moraleja moral, social o política. Si cualquiera de los autores de estas cuatro novelas utilizan claves más o menos veladas para disimular a sus personajes, Brantôme, cita con sus nombres y apellidos a muchos protagonistas de sus escabrosas anécdotas y de los que no nombra, también identificados por otros eruditos, dice haberlos conocido.
Los escritores galantes, no aspiran a redactar breviarios de conducta o enseñanzas, se limitan a contar con la mayor desemboltura, descaro, cinismo, picardía, con el lenguaje más realista, todas las tretas, artimañas, juego y manejos de los hombres y las mujeres cuando hacen el amor.
Por su falta de interés moralizante y por la exactitud en el retrato morboso, la literatura galante nada tiene que ver con otras novelas a veces y erróneamente catalogadas de tal, como La Celestina, Madame Bovary, por poner dos ejemplos. Tampoco tiene que ver con la literatura pornográfica, aunque haya episodios hartamente libidinosos. Su lectura no está hecha para escandalizar, y ninguna de estas novelas lo haría en su época.
La literatura galante, la buena literatura galante, es ingeniosa, tiene donosura y una audacia que las diferencia de toscas novelas que pudieran llamarse así mismas galantes.
