Historia de una monja de Kathryn Hulme, esa novela que ha tenido un éxito sin parangón en todo el orbe, no es una novela. Es -y así lo declara la propia autora- la auténtica biografía de una joven belga, Gabriela Van der Male, que se hizo monja y que diecisiete años después solicitó y obtuvo la dispensa papal de sus votos. Historia de una monja no es, ni con tales miras se escribió, un vademecum de la existencia religiosa, un baedeker de la vida del claustro. Su único propósito es el de relatar la verídica historia de una monja que, formando parte de un grupo de cuarenta postulantas, ingresó en una determinada Orden religiosa: una comunidad belga de Hermanas Enfermeras. Así pues, el crítico que se proponga analizar seriamente la obra, no tiene que ocuparse en lo que pudo ser, pues sólo le ha de interesar lo que es. Y este libro no es una novela, sino una biografía, de una monja que como tal vivió 17 años y después abandonó la Orden. Fue llevada al cine en 1959 por Fred Zinnemann con la creíble y estimada Audrey Hepburn.
